Y que respire.

Vengo del final de otro sol,
desparpajado y meditabundo,
aún con miedo, 
también con cierto sabor de triunfo
y solemnidad.

Observé a mis muertos,
también a los difuntos huérfanos,
a quienes agradecí,
por los que abracé la paciencia
y esperanza.

Ante las limitantes del desgobierno,
maldijé la oportunidad, 
negada a ellos ,
retrasada por la necedad
y otros más mortales.

Refunfuñé conforme la costumbre,
lloré en silencios intermitentes,
dolido del cuerpo,
sacudido desde la entraña
y en incertidumbre siempre.

Por su memoria indómita continúe,
valeroso a medias,
optimista en otro tanto,
a veces restando trascendencia
y nada pasó.

Al menos eso parece, 
sigo girando con el mundo,
sobreviviendo entre adversidad,
amado entre quienes me tienen
y quienes creo que me delimitan.

Quedará pendiente otro verso, 
la historia que no ha sido interpretada,
el sueño que resiste, 
la realidad que asfixia
y que se agradece que exista.

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