Un octubre me encontré con una estrella,
extraña e incomprensible,
repentina tanto como inesperada,
deslumbrante; bella.
Ella, mi estrella,
que se quedó hasta noviembre,
y se eternizó en mi diciembre,
cálida, radiante, luminosa,
presente; eterna.
Dulce como un algodón de azúcar,
festiva cuando recae la tempestad,
pensar en mi estrella,
la envolvente;
Mi estrella no es fugaz,
está en mi pecho cuando el cielo nubla,
también cuando la esperanza remite,
presente; eterna.
Se fugó de pronto en un enero,
dándome un regalo en febrero,
no le reprochó lo mínimo,
se convirtió en mi año entero; bella.
A Dalila.
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