Leyenda del fuego

"La justicia es equilibrio"

Así nació; insolente, voluble, inexplicable. Supuesto regalo de los dioses, hurtado desde el centro de la tierra. Cálido y hermoso, así fue entregado al hombre, para que pudiera iluminarse; pero éste jamás lo entendió. Y sigue sin entenderlo.

En su naturaleza invadida por el anhelo y la intriga, el fuego podía crear, pero sin la armonía y la humildad necesaria, la fuerza de su espíritu destruye, reduciendo a cenizas aquello que se interpone en su avance; a veces hasta la conciencia y la cordura.

De esa manera, existió, ...existe, una leyenda incompleta alrededor del fuego. No es importante saber de dónde surgió, pues eso siempre se explica a través de religiones y teorías de la creación; jamás desde la utilidad de las cosas, que es otra forma de explicar aquello que preocupa y causa incertidumbre en este mundo. En vez de aprender a sembrar, estamos esperando recibir noticias de la frialdad y la cautela. Esperamos que la voz y la guitarra se unan y creen melodías sin haber interpretado al mundo.

Usando el fuego para cocinar y para dar luz a sus pasos, comenzamos a apropiarnos de cualquier llamarada. Jamás estuvimos más cerca de alcanzar el objetivo primordial de tan . No obstante, miramos el fuego en los ojos del otro, envidiamos; y con la envidia se crearon las fronteras y florecieron los imperios. Nació entonces la ambición y la guerra, aplastando los sueños y la fraternidad. Se terminó el equilibrio natural, la convergencia armónica que acariciaba el alma de los inocentes.

Lastimados en orgullo, sedientos de comprensión, seguimos vagando por el mundo, clandestinos, ciegos y sedientos de vida. Esperando encontrar la chispa que nos haga sentir el amor y la rebeldía.

Se crearon las armas, se forjaron los industriales, los titiriteros del poder. Aquellos capaces de incendiar al mundo, de arder en llamas el más húmedo rincón del planeta. Y sin embargo, incapaces de iluminar al menos un poco de su avejentado, cansino, desgastado y herrumbroso corazón.

Y es que el fuego se entrego a la humanidad para calentar su alma, para llenarla de bondad y alegría, y así, de la mano, abrazar la revolución. Por eso aún seguimos vagabundos, inertes, exacerbados de amargura, materia e insensibilidad. Incapaces de calentar nuestro corazón.

Hasta que la humanidad sea capaz de mirarse nuevamente a los ojos y reencontrarse con el amor que arde en el fondo de su alma, el hombre estará condenado a vagar, a herirse con la mano hermana y a reducir sus pasos a fronteras. Si logra reencontrase, el equilibrio le otorgará la verdad.


a mi madre.

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