Después de todo, te extraño.

Algo no fluye desde que no estás,
no creo que sea cuestión del clima,
creo que se debe a lo que no me dirás.
Todo ha cambiado desde que te fuiste,
aquella noche de aire helado,
café desabrido y música triste.
Sólo recuerdo que en ese entonces el mundo calló,
que tu candidez y alegría paso a otro dominio,
el de la espiritualidad y la gloria que no entiendo yo.
Te suspiro entre tu ropa y retratos,
te anhelo y te llevo al desacato de la razón,
en cada uno de mis versos baratos.
Creo metáforas con tu recuerdo,
poemas con tus últimas respuestas;
como lo hago con todo lo que pierdo.
Y así te imagino susurrando,
riendo con cada una de mis letras,
y al final mis confusiones arrullando.
Búscame cuando el sol se pose en tu frente,
cuando noviembre haya terminado
y tu realidad suplique un nuevo rescate.
Yo estaré cantando con el viento,
sonriendo ante cualquier adversidad,
lo sabrás al mirar el firmamento.
Toma mi mano y paseemos por el universo,
vamos a soñar un par de momentos,
olvidemos este lugar tan corrupto y perverso.
Me queda la resignación después de la ilusión,
tu sonrisa de rebeldía y libertad,
tus ojos llenos de luceros y tu canción.
Daría lo mismo escribirte hasta la eternidad,
lo verdaderamente prioritario es decirte:
te extraño y así te otorgo inmortalidad.

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