A lo lejos un viejo micrófono causa estridencia,
aquí sólo soñamos, nos avejentamos,
el bar huele a cerveza, a sudor añejo,
a cigarros cubanos y licor de anís.
Aquí solemos platicar de ausencias,
resarcir los daños que provoca el amor;
nublamos la memoria a chorros de alcohol,
pues ahora sólo eso nos queda,
recuerdos y alcohol.
Anhelos de noviembre
Anhelo tenerte, como lo dicta la tradición,
envuelta en misticismo, en plegaria y oración.
Sé que vendrás, que calentarás mi corazón,
que arroparás mi alma, se que vendrás con alegre canción.
Te anhelo fuertemente, lo hago con esperanza,
te miraré y sabré, que es tu espíritu quien danza.
Estarás en casa, en el reino que forjaste,
en la humilde morada, donde alguna vez me criaste.
Te anhelo entre sueño, chocolate y estrella,
espero tu abrazo, tu sonrisa ancha y bella.
Así te espero, mamá.
Una tarde bajo los pinos
El viento susurra tu nombre,
lo hace con aroma a pino,
mimetizando el silencio,
endulzando mis sentidos.
Es entonces que te deseo,
que me obligo a soñarte,
acariciando la nada,
agotando el vacío.
Pero son sólo los pinos,
su transformación de otoño,
la tersura y calidez del aire,
es tu recuerdo distante.
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