Los monólogos sexuales de Joaquín

I

Joaquín ronda, vagabundea por barrios agónicos, añejos en recuerdos. Quiere olvidar a una mujer, mas en el fondo, quiere deshacerse de la historia de su vida.

Él es soldado de otra época, galán de burdel; uno de los personajes que inspiraron las películas de ficheras del cine mexicano, cortes vulgares, corrientes y repetitivos que sin embargo se vendían, que lejos quedo el libro vaquero y las historias de cabaret.

II

Camina diez pasos más allá del bar, Condones Simi, vigorizantes y multiorgásmicos, desde el viagra hasta el M force, atraviesan su mirada. No hay más que mercadotecnia y consumismo, ese silencio fantasma que ha contribuido a que haya más divorcios, mas niñas embarazadas, mas escuincles de secundaria sosteniendo un hogar reprimir lamenta a través de la sexualidad, al menos, eso es lo que Joaquín piensa después de catorce cervezas.

III

La enajenación es uno de los males más comunes en una sociedad carente de un autoconcepto, se encuentran en las platicas de borrachos, esas que te hacen sentir mejor y te elevan el autoestima; siempre las recuerdo, al menos, cada vez que mi vida tiene tintes miserables; están tan preocupados por ajustarse al molde del Andrés García y el Mauricio Garcés, o más moderno de los galancillos de Televisa, que se descuidan a sí mismos por querer demostrar que son el macho alfa, o en su defecto el más viril de la jauría.

IV

No hay que olvidar que aun estamos en la línea de los animales y tenemos instintos que ni el más sofisticado sistema cortical puede hacer olvidar, se dice Joaquín a sí mismo, sin embargo, el sigue mirando a la vecina de la esquina. Lleva años paseando entre sus piernas, aunque ella esté casada, aunque para el sea otra más en la baraja.

Se acercan y se acarician al final de la calla. A estas alturas poco importa que su marido esté rezando, a fin de cuentas se repite a sí mismo: sólo es el velorio de mi hermana.

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