Esperanza (Por las calles de Santiago)

Estas son las tardes melancólicas de octubre, las conozco muy bien. Los sueños comienzan a transformarse, a destilar tristeza en cada recuento, saben que mueren día a día, que el mundo agoniza y se desmorona entre la guerra absurda. Sólo quedan imperios, magnates, despojos de bondad... el sistema cumple, nos hemos consumido.

Voló lejos, dejando ahogo en el corazón. No importaba nada, tan sólo estrecharlo y hacerle sentir que es importante.Y sin embargo voló, de regreso a su dominio, tan sólo dejando preguntas, o quizás, sólo quizás... una respuesta encriptada, difícil de distinguir más allá de lo mundano, de lo normal.

En ese instante los cerezos terminaron por marchitarse, pues en una patria de silencio y masacres, hasta la naturaleza termina por sucumbir. Ya sólo nos queda esperar a la herrumbre, anhelar que su imponente figura resucite con la primavera. Hoy nos han atrincherado, nos obligan a sollozar, y más doloroso aún, a partir sin despedidas. Ya comienzan a nombrarnos parías, pues ya no tenemos rumbo, destino, ilusiones ni hogar.

Recuerdo su fortaleza, el inconfundible mensaje de paz en aquello que hace y piensa hacer; pero prevalece en mi memoria, su silueta bajo el sol, sus paseos entre multitudes, su palabra sencilla, su sonrisa amable, su mirada franca, la música, la poesía, todo lo que rodea su misticismo, su caricia en mi corazón. Comprendo ahora que, eso que llamamos esperanza es, a simples rasgos, el anhelo de que el futuro sea tan grato como el pasado.

Desde ese momento el corazón permaneció en suspenso, como esperando una señal de su regreso. El viento trae aroma de su perfume, la lluvia su susurro en mi pecho. Sé que volverá. Que en nuestro camino de lucha nos vamos a encontrar.

Una fogata a mitad de la calle devuelve calor al lúgubre entorno, un murmullo de metralla indica que aún hay quien resiste y confronta la adversidad. Ya pronto se consumará el golpe, sin embargo, éste corazón palpita entre las ganas de estrecharla y el heroísmo absurdo. La mente hierve, los músculos se contraen y la sangre fluye está invadida por fervor y dulzura; seguro es esperanza.


Para Any; mi Any.

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