Robar un banco

Hoy me levante con ganas de robar un banco, de golpear al capitalismo y llenar de  billetes mi triste colchón.

Me vestí con traje fino y sombrero de Tin Tan, corbata de lino con color rimbombante, zapatito de charol, claro, perfectamente lustradito para tan importante ocasión. Y antes de salir de casa bien sincronizado el reloj, no fuera a agarrarme el tránsito y me amargara mi fechoría.

Había llovido la noche anterior, los baches estaban llenos de lodo y podredumbre, más yo robaría un banco y pavimentaría mi calle y la de enfrente, mejor ponerle adoquín y así gozar la sensación de finura; pero no contaba con el microbús que me iba a mojar, mendigo chofer inconsciente, me vino a amargar la misión.

Regresé a casa a cambiarme, pues para asaltar a un magnate es importante hacerlo con clase. En está ocasión no llevaba saco, demasiado calor, mejor estar fresco y libre para cuando se venga la corretiza.

Tomé el camino largo, donde el pavimento se encuentra mejor, casi llegaba al banco, cuando recordé que la pistola estaba en el saco. Ni modo regresar, más y más caminar.

Volví a casa, tuve que dar bola a los zapatos nuevamente, tomé el revolver y unas monedas, pero de repente, tan fugaz como es la mañana, pensé en la forma de transportar el dinero. Busque entre mis tiliches el viejo costal de terciopelo que usaba en mis actos de mago y quiromante, tardé un poco, pero ahí estaba, todo listo para asaltar el cochinito del sucio empresario.

Caminé una vez más, ni modo, el camino corto, pese al riesgo a mojarme. Ya casi llegaba al banco cuando sentí hambre, un puesto de tacos al frente satisfaría esa necesidad.

Dos de surtida, fue mi grito, tardaron en llegar a mis manos, más que a mi estómago; un boing de mango los acompañó y a la hora de pagar el cambio fue insuficiente, mi billete de cien tuvo que hacer el quite. El taquero sin cambio caminó al banco, yo esperé y después de media hora tuve mi cambio.

Me disponía a entrar en el banco cuando un empleado me detuvo para decir "lo siento señor, hoy cerramos temprano". Apreté los dientes, me regresé a casa.

Total, es tarde, a esta hora los magnates ya están jugando golf.

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