Deja que mi corazón dormite en sones de ausencia y caridad, que sean tus labios quienes acallan mis sollozos y renueven mis ilusiones.
Que esta noche la agonía duerma en la siguiente habitación, que acaricie y acompañe a la miseria, la injusticia y la explotación.
Ya mi corazón obrero y mis manos artesanas renuncian a la razón. Renuncian al trabajo, a la codicia y ambición de ese pinche patrón.
Por eso quiero ser libre y que musites en mi oído cualquier esperanza de revolución... alguna receta mágica que garantice transición.
Cúbreme del frío y envuelve mi consciencia en tus brazos, anda reina de la noche, cisma de mi capacidad de crear y mi obsoleta emoción.
Ven y ayuda a mi alma, concilia mi sueño de utopía y sudor. No sueltes mi mano, pues este mundo sólo me produce repugnancia y temor.
Ya me lleno de tu perfume, ya no anhelo algún aire de ostentación; ya no me pertenezco, ya entregue mis fuerzas a la administración.
Que cálido es tu abrazo, aquel que a esta noche proporciona color, que triste es quedarse sin raya, para cualquier trabajador.
Ya me lleno de tu perfume, ya no anhelo algún aire de ostentación; ya no me pertenezco, ya entregue mis fuerzas a la administración.
Que cálido es tu abrazo, aquel que a esta noche proporciona color, que triste es quedarse sin raya, para cualquier trabajador.
Cuánto quisiera ser libre, mentarle su madre al patrón, qué pesado es crear mundos para olvidarlos a mitad de la construcción.
Anda luz de mi alma, gánale mis sueños al insensato explotador, devuelve sangre a mis venas y a mis mejillas entrega un poco de rubor.
Ahora sólo nos queda la noche, la lucha, nuestro abrazo y tu canción. Arrúllame hasta el lunes cuando deba volver al yugo de destrucción.
Anda luz de mi alma, gánale mis sueños al insensato explotador, devuelve sangre a mis venas y a mis mejillas entrega un poco de rubor.
Ahora sólo nos queda la noche, la lucha, nuestro abrazo y tu canción. Arrúllame hasta el lunes cuando deba volver al yugo de destrucción.
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