Seducción (segunda parte)

Enloquezco de rabia, de temor, humedad se apodera del ambiente, te seduce, te hace sonreír. Son celos, es desmotivación, corro y te abrazo, pero tus brazos no me responden, tu abrazo es para alguien más. Beso tu cuello y noto un suspiro entrecortado hay magia en tu mirada, éxtasis en los susurro que escapan de tus labios.

Tu boca me responde, mientras mis manos se deslizan suavemente por tu espalda, las figuras ocultas de la noche fantasean desde la ventana, me miran besándote, rodeando tu cintura; altivas y en el desprecio comienzan a arrastrarse por la habitación, evocan recuerdo y desdén, desprecio por la vida y ansía de amor, buscan los besos que permanecen tatuados en tu espalda. Están cerca, siento su aliento, es cálido, putrefacto, ansioso de vida, receloso de nuestra pasión...

El cielo comienza a clarear, tu cuerpo se arquea, desprende un suave aroma a rocío, es un momento cercano a la muerte, a la vida después del ensueño, de la pesadilla y la temeridad. 

Son las 4 de la mañana, el cielo se tiñe de malva, los gallos en su aquelarre final anuncian a los fantasmas la hora de regreso. Se acerca la esperanza, el agónico final de una noche de locura y sabor a muerte. Tu cuerpo desnudo aun transpira, se hunde entre mis brazos. Sabor a victoria se apodera de mi mente, los espectros nocturnos se han ido, me he quedado con el sabor a miel y sudor que te cubre, con la promesa de otra noche a tu lado.

El sueño me vence, manos heladas acarician mi cuerpo, es el viento que se cuela entre las grietas de esta vieja habitación,  es el hormigueo de la historia, pero tu cuerpo sigue sobre el mio, reposando, aguardando la llegada de la luz y el encanto que atrapa nuestros corazones...

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