Mutilar al corazón



…que ella venga y lo reviva, si cree que esta vez
podrá engañar al que está a un paso del infierno.

De los brazos del infierno, de aquel condescendiente espíritu que se enajena con la llegada del amanecer: de ese latido surgido de la mentira y el chantaje… tan sólo ilusión del mañana que no está, del que alardea ante la ilusión del caminante nocturno. Vacilante, nervioso, impregnado de indecencia, así pulsa la sangre de este espectador del sol en el horizonte.

El cuadro es bello, sin duda, no hay grandeza mayor que su mirada, que su sonrisa y esa gracia que tiene para poder describir un momento agónico; pero el fondo proyecta vacío, una carga de belleza y olvido, son versos del dolor, de la pesquisa del dolor.

Su promesa de nubes doradas y campos de fragancia y dulzor se desvanece, su nombre que despejaba las tinieblas, hoy es el veneno sabio que redime el pasado, la tonada del adiós. Hoy la tragicomedia de amor y futuro se resquebraja, es la verdad quien le propina una estocada de orgullo, no es la primera vez que es apuñalada la ilusión, pero esta vez la hondura es  otorgada desde otro mundo, ha sido parida desde lo más hondo del desdén y desprecio por la certidumbre, es el resultado de la mente malsana y el acercamiento a la muerte. Aquí no hay más ternura, no hay más destellos de belleza, sólo queda inocencia perdida, deseo de un acuerdo final.

Aludo a un pacto de no agresión, a el redireccionamiento del futuro, de las palabras que hieren como balas. No es desesperanza, es anhelo de verdad, aceptación de la derrota, incapacidad y negligencia al mañana lo mismo. Es la muerte del alma, la controversia de los sonidos, de los incapaces… de lo aparente y simulado; es el dolor que invade el alma tras ser engañada por un espejismo.

Al final del dominio de la noche permanece implorante la petición, un grito desesperado que surge de lo hondo de la ignominia y el horro: que alguien de certeza a este muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario