De México y su futuro

Percibo un México herido, que han arrodillado a la fuerza, es el país que quizá ya habíamos imaginado en pesadillas, en alguna proyección funesta. En estos momentos de profunda incertidumbre en que la realidad duele, acudo a ustedes, no como el psicólogo, no como el escritor, ni siquiera como ciudadano, cuesta trabajo decirlo, pues a este espíritu revolucionario le gustaría transformar todas las consciencias, pero, soy realista, soñador, pero esclavo de lo tangible; acudo a ustedes porque son quienes han ganado mi confianza, porque son quienes han alimentado e incluso transformado el amor que tengo a esta patria que nos cubre.

El mensaje es simple, los invito a seguir engrandeciendo los sentimientos de esta nación, admiro de ustedes la bondad y la virtud, sé perfectamente que son personas que pueden darle la mano a alguien necesitado y sé en especial que tienen un corazón que late por un cambio, mientras esa llama en nuestros corazones no se extinga, el cambio seguirá, pues cambio es aquello que ha partido desde nosotros. 

Me duele mi país, pero me reconforta el amor que gente como ustedes siempre le profesa, este México podrá vivir arrodillado, pero se que mi corazón como el de ustedes no mirará jamás al piso, no porque esta tierra este bañada en sangre, sino porque aspiramos a cosas mucho más grandes. No necesito pedirles que luchen, se que su espíritu no se quebranta tan fácil, lo que quiero pedirles es, no olviden su amor por México, intenten sembrarlo en cualquier persona, sea a través de una sonrisa o con una palabra de aliento.

Podrán comprometer nuestro futuro, nuestros materiales, nuestras pertenencias, pero, jamás, jamás he dicho, doblegaran nuestra consciencia y nuestras ilusiones. Les deseo lo mejor queridos amigos. Viva México, pero en especial, viva su corazón noble y su consciencia infranqueable.