Mil Colores

Indígena, te llevo en el corazón, en el día a día, pues eres creador de la tierra, documentador de la ilusión eterna de la cultura, de la nobleza y el trabajo; tristemente la sociedad monótona y  el desarraigo te han relegado al campo, a las minas, a la artesanía, sin resaltar el valor de tu existencia, sin apreciar la sabiduría que yace en tu interior.

No obstante estás aquí, dispuesto a poner la otra mejilla, a seguir en pie, a luchar sin descansar y a dotarnos de alegría. Tu lugar no se encuentra a la izquierda de la tierra, tu lugar en el centro de mi corazón, se localiza entre el esfuerzo, el orgullo y la ilusión.

La luz que baña tu piel, se rinde ante tu silencio, pues tu alma juguetea en el viento, mientras tu corazón descansa a los pies del universo. Es tu consciencia la base de mis reflexiones, el origen de los tiempos, la raíz de nuestro conocimiento. Es de tu vida que nos nutrimos, de tu esfuerzo que gozamos, de tus paisajes de lo que nos apasionamos.

Ríe y permite que el entorno se contagie de tu sencillez, de la espontaneidad y del cariño que tienes a la vida, deja que tu sonrisa ilumine a los demás; roba el corazón de la sociedad, que de esa manera se impregnarán de tu cariño, que así enaltecerás aun más tu leyenda.

Te he conocido, me has maravillado; te he conocido y me has devuelto la razón; te he conocido y ansío seguir conociéndote, compartir la vida a tu lado y recibir el suave abrazo de tu valiente existir.

Permíteme mirar a través de otro, mirar y contemplar la grandeza de la vida, la incomparable diversidad de la cultura, la irreconocible mezcla de colores de tu existencia olvidada, el fruto de tu trabajo, tus manos hinchadas, tu mirada cansada,  permíteme mirar a fondo y así sentir tu corazón siempre cálido. Déjame mirar con tus ojos el universo, contemplar el cielo tan alto como es tu espíritu. Permíteme ser un poco de lo que tú eres y así consagrar mi vida en la humildad, en el trabajo y en el ímpetu de la fraternidad.

Me despido de ti, sólo por instantes, me alejo, pero sé que tu mano no me soltara; te miro, te escucho, te siento, espero este viaje me lleve a tu comprensión a tus ilusiones. Te llevo muy dentro del corazón, muy clavado en el alma que hoy llora al dejarte, en el pensamiento y en la ilusión de reencontrarte. Muchas gracias, pues con tu sabiduría me has enseñado a llorar de alegría y esperanza, a sentir en mi piel, los mil colores que representan la lucha por sobrevivir.

1 comentario:

  1. Excelente señor, capto al cosmovisión indigena.

    Un abrazo Arce

    ResponderEliminar