De los gigantes de arena y fuego y la revolución estelar.

Las lágrimas derramadas subsanarán cualquier
 dolor generado por las inclemencias de la batalla.

Gigantes de arena y fuego que se interpusieron en el reflejo del sol, efigies de la soledad y la desesperación, de la angustia y el terror, historia que se repite, que se reitera en la ausencia… la eterna ausencia de la que no se encuentra solución. Su sombra cansina se arrastró sobre nuestros pasos, ansió sorber nuestra vida y hundir el corazón en la miseria.

Aprovecharon, la urgencia del corazón, la máxima exigencia del alma, el espíritu ansioso la luz, que se desvanece en la esperanza.

Pero los cuerpos celestes celosos del poder de los gigantes intentaron llenar de luz a esta tierra, sentir soberbia de su magnificencia, pues su orgullo es llenar de vitalidad las entrañas de los hombres, dotar de nobleza las almas que deambulan en sus dominios de luz. Crearon una revolución estelar, una densa batalla de vapor y humedad.

La indiferencia rebasaba a los hombres, el orgullo y la prepotencia habían destruido las ilusiones y el vínculo de la fraternidad,  los gigantes erigían su fuerza en el olvido, en la individualidad, el resentimiento y el rencor… la humanidad pendía de un hilo y la esperanza era un recuerdo del pasado… parecía que la autodestrucción de los pueblos era inminente; fue hasta que con la lluvia una mujer pudo mirar su reflejo, reconocer su belleza y la de su gente.

Las lagrimas rodaron y en un carnaval de consuelo la mujer abrazo al mundo y el mundo se abrazo entre sí… el final, aun no se conoce, aun es incierto, el mundo sigue abrazándose, permanece en medio de la lucha entera de la destrucción y el abandono, o la comprensión y la unidad. 

Para mi querida amiga Ale Contreras , gracias por la confianza y el apoyo.

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