A veces orbita a pocos centímetros, dificultando mi caminar; otras, está unos metros distante, observándome, como si quisiera protegerme de cualquier fuga por el espacio.
Usualmente, choca conmigo cada mañana. Me acaricia y espera a que abra los ojos, en ese momento suele preguntarme: qué me vas a dar.
Cuando debo ir a trabajar, sale de mi órbita, pero siento mucho más atracción a él. Pareciera que cuando estoy ausente tiene muchísima actividad en otro planeta...
Pues cuando regreso, normalmente está cansado. Me pide arroparlo y llevarlo a un agujero negro, donde descansará por un ratito
También hay momentos donde queremos estar solos. Instantes difíciles, llenos de sobresalto y oleaje; es cuando aceptamos que uno influye en el otro.
Él es mi satélite, yo lo amo de forma sin igual, debe ser porque en muchos sentidos soy su universo. Y viceversa es igual.
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