A Felipe y Miguel


Quise preguntar por Felipe,
me era necesario saber de él,
de su migración constante,
especialmente del pequeño Miguel.

Mi recuerdo los evoca,
sol a cuesta desde el hospital,
arando el camino entre penas,
desprendiendo una flor del rosal.

Llegaban desde la montaña,
querían encontrar bienestar,
Felipe arrullando a su niño,
Miguelito en un eterno suspirar.

Pero la respuesta fue cruda,
Miguel ya no resistió tanto,
ahora su padre carga madera,
del campo al cielo eleva su canto.

No aguante la contestación,
deseé enfrentar la muerte y el olvido,
ser alivio y abrazo de su caminar,
calidez en medio de todo lo resistido.

Algún día iré a Ometepec,
en su tumba sembraré dulces y flores,
como las que solía tejer su madre,
las que llenaban al pequeño de colores.

Presentado el 24 de marzo en Faro de Oriente.

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