Persiguiendo estrellas

La historia del hombre recurre a contarse desde las masas, desde las historias de amor que sobreviven adversidad, miseria y e injusticias, pero no siempre narra la verdad, ni se enfoca en el sentimiento desbordado de los amantes que aguardan el amanecer.

No se ha contado la historia de ella y él, su idilio con las estrellas y la búsqueda de los anhelos de abril. Ella. una eterna solitaria, una mujer cautiva del dolor y el aislamiento; él, un idealista cualquiera, luchador incansable de revoluciones perdidas y serenatas de cambio. Ambos aislados, ambos esperando milagros desde la bóveda celeste.

Distantes en tiempo y lugar, en sueños y materia, dos corazones dolidos, sedientos de tacto y sustancia... esta historia es de ellos, de quienes admiraban las estrellas, de aquellos que mirando al cielo sentían el abandono de la nostalgia y la suave caricia de quienes se adelantaron al cielo. Y así extrapolados a otro mundo, cual parías dominados por la ausencia, acariciaban noche a noche sus estrellas.

La primavera, entre la crueldad y la ironía, entre el capricho y el celo decidió apropiarse de la noche, robar las estrellas, pero esa historia no conviene en este momento, pues los corazones del hombre necesitan historias de amor, de lucha y de esperanza para no caer en demencia. Tristes los dos corazones, esperaron el regreso de los destellos de plata, aguardaron noche a noche la ansiada transformación de la noche, pero esta, nunca llegó.

Cuando no se tiene nada, el corazón migra, busca transición; él y ella tomaron sus ilusiones y comenzaron a vagar por el mundo, persiguiendo las estrellas, viajando en clandestinidad y herrumbre por el vaivén de los tiempos y el vacío del espíritu. Así caminaron dos amantes, luchando contra las arenas de la ignominia, mirando al cielo, sin notar el desgaste de sus pies.

En su peregrinar, cuando flaqueaba la mirada y la noche era más oscura, ambos amantes tropezaron, el golpe los obligo a bajar la mirada, a olvidar la búsqueda, a abrazarse y llorar.

Basta decir que en el momento en que sus miradas se cruzaron, descubrieron que las estrellas siempre habían estado en el mismo lugar, eran sus ojos quienes necesitaban verlas reflejadas en los ojos del deseo y la esperanza, en los de la otra mitad.

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