La eclosión de las estrellas

En el vaivén de las culturas y el destierro de la inocencia, en el origen de los tiempos y el clamor de la revolución, es ahí donde se aprecia a las estrellas; justo en el momento en que el día recae en la osadía de convertirse en noche... cuando se remueve la tierra y lo único que se anhela es mirar las estrellas.

El suelo cruje y el cielo se pierde, solo se oyen gritos, desesperanza y dolor. Suenan sirenas por delante, alaridos de duelo y penumbra, no obstante la mayor catástrofe es la que invade los corazones de un pueblo, de este pueblo que ha vagado entre las sombras de su cultura y la promesa de una renovación. Olor a muerte y asbesto, sonido del enterrado vivo, de aquel que lo único que anhela es mirar las estrellas.

Sin aire, en una burbuja de concreto y metal, entre escombros y destajos del hombre y su historia, desangrado, desvalorizado, en espera de un milagro, pues ya lo único que se anhela es mirar las estrellas.

Las uñas luchan, los ojos se crispan, pero no hay tiempo para eso, no se puede desistir, detrás agoniza el respaldo de la cultura, el miedo a la muerte, la eterna agonía y peor aun... el anonimato, no hay peor muerto, que aquel que nadie reconoce, pues ninguna vela iluminará su camino al final de los tiempos, es por eso que lo único que se anhela es mirar las estrellas.

Ahora me pega tu recuerdo, lloro con tan sólo pensar en tu sonrisa, en tu abrazo que ahora es ausente; el cuerpo casi no responde, se ha cansado de gritar, también de llorar, pues cada vez que alguien pisa esta tumba sin encontrarme significa, otro puño de tierra, te recuerdo y es tu imagen inmaculada aquello que me obliga a soñar, aquello en que lo único que se anhela es mirar las estrellas.

Mi sonrisa se turba, mi corazón palpita otra vez, estas frente a mi, quizá es mi sueño eterno, quizá has llegado hasta mi nicho mortuorio, es tu sonrisa mi alivio, tus ojos, las nobles estrellas que habían sido mi anhelo. Que bella es la muerte, cuando al abrir los ojos al mundo, las estrellas eclosionan y otorgan la dicha de tu mirada, aquella que se compone de los luceros de mi anhelo.


Texto dedicado a mujeres y hombres en anonimato, a las víctimas de hace 27 años; texto también dedicado a Luz y a su par de luceros que iluminan mis momentos de oscuridad.

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