La reiteración de la nada

He perdido mucho, es la reiteración de la nada,
 la apuesta secreta que suelo ganar y perder.



Reitero mi carácter, mi historia y mis principios día a día, lucho porque todo se cumpla a la perfección, para que esos detalles se mantengan ahí. Que me recuerden que una lucha diaria se manifiesta por la significación de todo, la reiteración de la nada.

Mi lucha es más una revolución, una gestión de ideas malsanas, de desventuras y apuestas, es un secreto a voces que se pierde en la mitad de una noche de verano; en el despunte de un día de invierno… en la primavera de las emociones.

La colección resalta en tonos de impasible escarlata, en agrios sinsabores de personas intrascendentes… pero también en manos que se estrechan al calor de la oscuridad, del abrazo sincero del quien se adentra en mis charlas sin sentido, del beso de la mujer que se abruma con mi poesía barata. Soy instante que se va y se pierde entre el eco que ha dejado la monotonía, la estela de luces que aparecen después del impacto.

Aun bajo mi desorden hay expresiones de profunda reintegración. Una serie de hilos enmadejados en la interminable expresión de la cultura pop. Cabos sueltos que parecen unidos, pero no van a ningún lado. Es un viaje sin destino, trastorno que se prolonga hasta el fin de un universo que no existe, hasta lo que aun no se ha inventado; camino que encuentra su fin en… la reiteración de la nada.

Perfecciono mi mundo, camino sin sentido ni control entre lo que todos saben, en lo que todos dicen, pero en lo que pocos sienten. No soy iluminado, simplemente soy distinto, mas cuerdo que un paciente psiquiátrico, menos de lo que es la gente común. Me dedico a mi mismo en un vaivén infinito, en una redención absoluta, en la lucha por reivindicarme a mí y a lo que hago. Todo es parte de una sinfonía reiterativa, una indiscreción en la verdad más absoluta, un poco de todo y una reiteración de nada.

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