Hasta pronto Eduardo

Hoy se ha ido uno de esos hombres que se anhela conocer. Hombre más allá de las letras, utopía más allá de cualquier otra circunstancia.

Recuerdo cuando lo leí por primera vez, con las venas abiertas; enervó mi sangre y reblandeció mi corazón. No es que nunca hubiera mirado la injusticia, sino que descubrí que siendo dueños de la tierra más noble y con la cultura más hinchada, sólo esperamos despertar para reclamar al mundo nuestro legítimo derecho a creer, sí en nosotros mismos.

Galeano me enseñó de la esperanza, sentimiento que va tatuado, o bien, que se desprende en todo lo que hago. Leerlo hoy día será requisito, muchos así lo entenderán, pero quienes hemos sido tocados por sus letras en lo más hondo del espíritu, nosotros, no haremos más que pensar que otro mundo es posible.

Es posible el mundo de los locos ebrios de amor y dulzura. Es posible el mundo que resiste pese al agobio y el saqueo. Es posible mirarnos al espejo y descubrir nuevas historias. Es posible levantarnos un día y pelear por los derechos propios y del prójimo, desarrollar un cambio en el orden de las cosas y poder sonreír porque el esfuerzo triunfa ante desprestigio, apatía, represión, clientelismo, trasnacionales, gobiernos, cleros y la propia historia. Es posible porque él lo vio, porque lo retrató. Es más posible porque todos podemos imaginarlo, ...y llevarlo a la realidad.

Se va un monstruo con disfraz de hombre sencillo, un crítico mordaz con la imagen de cordero. Se va el uruguayo que era del mundo. Y ese es motivo para llorar, porque aunque no nos vea, es pertinente que sepa que lo queremos.

Hasta pronto, hombre amigo, maestro. Tus letras ya son leyenda de fuego; tu legado, un abrazo para los hijos de los días.

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