En las entrañas de la tierra

...suena la sirena, de vuelta al trabajo. 
Muchos no volvieron... tampoco Manuel.
(Víctor Jara).

Ronda la noche, rondan las silencios y la oscuridad, este es el dominio del martillo y el cincel, del sudor y el recuerdo; aquí no sólo muere el sol, mueren los vestigios de la humanidad y la decencia, muere el hombre, su sudor, sus fuerzas, su trabajo, su familia; este es el trabajo bajo las tumbas, fuera de la caridad del altísimo.

No hay garantía bajo los pasos del hombre, no hay aire, no crece vida, únicamente hay ansía  de cambio. Aquí no se sueña mucho, no se puede permitir la equivocación o el nerviosismo, un paso en falso hunde en el abismo, en las entrañas de la tierra, un suspiro llena de veneno los pulmones y el corazón revienta de dolor, pero el pestañeo, ese es aún más incierto, está plagado de pánico, de desesperación y ansiedad, un segundo aquí es eterno, es la vitalidad que huye de los sentidos y el sano juicios... pegar los ojos es una canallada contra sí mismo.

Cada paso es frío, pero el calor curte la piel, punza y victimiza, esto es más que ampulas y deshidratación, es  el látigo de la miseria y el hambre, ese es lo que flagela la carne y la memoria. 

La pala se hunde en el granito y el sudor purifica el codiciado mineral, pero no, aún no hay suerte, quizá diez metros adelante, tal vez cuando el arado se hunda en las entrañas del mundo y los ojos se nublen a causa del brillo y el estupor de la plata. Vuelan pequeñas motas de polvo, la lampara, melancólica, vacía sus destellos en un pequeño y peligroso acompañante.

Es algo duro, es él o soy yo, es el mazo justiciero o su aguijón lleno de ponzoña; se escucha el crujido de su cuerpo contra el metal y el pulso se reacomoda, comienza a retomar su agitado, pero rítmico andar, de nuevo mi soledad, mi herramienta y yo. La muerte, esa pasea algunas sendas adelante.

Aqui hay un cerco a la muerte, una transparencia que enajena y desmiente, un camino de sangre y rocas, de ilusiones viejas y promesas de renovación. Entre estos muros vive la promesa del patrón, las revoluciones de Cananea y el brazo libertario de los millonarios, el lujo de las ciudades, la explotación del suelo sagrado y las nobles tradiciones del pueblo, pero mirando con detenimiento también se distingue al que murió sin saber, al que falleció en la ignorancia de sus derechos y su libertad.

Hundo un poco más la herramienta, algo destella, algo pesado y firme, ojalá sea plata y no el casco de un compañero minero.

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