Canción de cuna para el perseguido

La gente se despide, le abate la injusticia y la miseria; pero en el fondo no importa el cansancio y el dolor, sino que su corazón late, de hace tiempo viven a fuego lento, esperando que desborde la pasión; sueñan, y ese es el mejor anuncio para la esperanza. Este tiempo de guerra y persecución nos obliga a migrar, a mirar al pasado ingrato, a refugiarnos en los fantasmas de nuestros ancestros, en el campo vilipendiado y ultrajado que hemos heredado.

Se avecina un futuro incierto, ya huele a tierra mojada. Tierra que se alimenta de la sangre, del esfuerzo y lucha del que sueña. El aire se siente pesado, el pronunciado embarazo de mi mujer nos obliga a ir despacio, a rezarle a la imagen de Dios que nos ha vendido la Iglesia y el Capitalismo.

Hemos llegado, tras esa lomita se ubica el jacal de los abuelos, a cuatro horas del siguiente pueblo, a infinitas huellas del lugar donde florecen nuestras raíces. Aquí no hay electricidad, comercios, escuelas, agua o comida. Se debe trabajar el campo con las manos, arriesgarse a comer hoy y esperar que mañana salga el sol. Este es el futuro que espera a mi hijo.
Esta casa huele a recuerdo, tiene un sabor añejo a libertad y tradiciones, a amores viejos e ilusiones de febrero. Me preocupa mi mujer, el presente que le he quedado a deber. Está fatigada, ha caído rendida sobre el petate raído. Me acostaré a su lado, musitaré un poco...

Duerme mi niño,
sueña con un mundo de paz,
de nobleza, armonía e igualdad

Abraza a tu hermosa madre,
siente el calor de sus labios,
y regresa a soñar..

Duerme mi niño, 
en ti deposito mi fe,
mi alegría, mi amor entero

Yo aquí con tu madre,
seguiré luchando,
duerme mi niño no temas más

Sabes mi bebé, 
tienes una madre hermosa y llena de amor, 
cuídate y crece, aquí te esperamos los dos, 

Por hoy cerrare mis ojos, 
pensando en que mañana nos irá mejor, 
duerme mi niño, por hoy ha existido salvación.

Ha caído la noche, mi cuerpo también se rinde, afuera dominan las criaturas de la noche, ellas nos defienden de aquel despiadado poder que nos persigue, que nos segrega, por hoy podré rendirme y dejar que mis pies caminen en otro mundo, espero que frío no nos de tregua y así poder vivir un día más.



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