Crónica de los abandonos

Aquello que no duele al corazón, es el carácter bipolar del escritor, del que  exalta historias de amor y desprecio, de niños, ancianos o enamorados que burlan la tristeza  o se aniquilan en alegría, es euforia y depresión que se guían por lineas tergiversadas, por analogías de odio, amor, pobreza y regocijo.

En ilusiones y desesperanzas se reconstruye parte del tejido social y la idiosincrasia del que sueña, pero hay una crónica donde la miseria y el dolor no pueden describir los terrores del espíritu, la vacuidad de las pasiones y arrastres. En ese momento se plasma sentimientos en palabras, se suele recaer en el error de la ausencia, en la transparencia de la letra, en la reiteración de la nada y es que en el momento en que se da cuenta, el artista no tiene nada, en verdad tiene todo, y no sabe como darle claridad ni dirección.

En ese momento se respira libertad, aun cuando la herrumbre de las cadenas no permita circular la sangre, es el proyecto demente de la integración de muerte y vida, del desenlace trágico y la renovación de la vida.

Tal vez, detrás de ese exquisito pacto con la consciencia y la naturaleza muerta se haya la fatiga, el desahucio, un mundo lleno de intenciones, inspirado por vientos de cambio, pero disperso, perezoso, carente de recursos y repleto de dudas sobre su propia construcción; ese es el universo sobre el que asienta las bases de su precariedad, de su incertidumbre.

Es aquel abandono, el que permite distinguir la importancia de las lágrimas, lágrimas de oro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario